EL CABARET DE LOS SUEÑOS



¿Por qué no estás ahí? Yo estoy sinuosamente socorrido por las lentes del destino. ¿Dónde te hallas? Casi pude tocarte esa noche helada en la que acariciaste mi intención. Él parece saber de qué se trata. De qué puede tratarse dado que andamos lamiendo andamios, sosteniendo el alma. La primera noche entre colillas y reinas un rey reina reinaba e inhalaba, exhalaba… Ufff... Despacio con maquillaje y sin lentejuelas rasgo a rasgo, resquebrajando miradas cardinales excepto el sur, ese que reserva para el que nunca vuelve…. O para el que nunca llama… Sea quien sea él siempre interpreta su sabor entre frambuesas natas y apoteósicas mentas que refrescan regularmente su exquisita locura cotidiana.
Este miércoles entré y ante mi dispusieron OKI, como una pantera de ojos ignífugos y afrodita guerrera. ¡¡Pechos fuera!! Gacela de mil miradas alrededor de ninguna y todas bebiendo de su boca. Retazos de altruismo maldito, entre tientas se besaban como en la canción de Francoise Hardy, ellos con ellos, ellas con ellas, de la mano, de la boca… Quiero decir que recitó desde el músculo, desde la piel, desde cada uno de sus huesos limando lo que nunca queda, como si lo supiera, se consumió una explosión de altura. La lluvia mojó el pálpito y el último púlpito de cuando creías que era la noche en la que todo se arregla .Estallaba de nuevo la locura. Divina locura. Creo haber sido testigo de un recital que nunca se rindió. Aunque habló de los amantes condenados y de los niños hambrientos, aunque no mencionó a los apartados. Los brindó todas y cada una de sus vocales ávidas de pasión. Todas y cada uno de sus versos, ellos tan perros, ellas tan lacias… Todos tan amigos y al final amargos habitantes del mismo suspiro estábamos allí. Alberga aumentos cuando recuerdo su deslizante nombre en la noche… Isidro Ayestarán. Sí Isidro. Allí estábamos todos y cada uno de nosotros olvidó su nombre por una noche, y por tu emoción, esa emoción que no cabe en ningún nombre extraño. ¿Estabas allí…? Ya lo dice su nombre… Allí estarán. Y debo decir que me alegro de haber sido uno más. Cuando todo se apague no quedarán más que sensaciones. Quien te abastezca de espíritu es buen asceta. Un valiente suicida luchando contra la ventisca. Sinceridad experta. Gracias Isidro.

1 comentario:

Isidro R. Ayestarán dijo...

Si hay alguien que tiene que dar las gracias, ése soy yo.
Mil gracias por tus palabras tan maravillosas a la hora de describir tus emociones al contemplar mi espectáculo.
De nuevo, la emoción se apodera de mí y me impide tantas y tantas cosas que debería decir...

Siempre...
ISIDRO