Cólicos para estresados,
en vez de vivir doliendo,
morir flotando.
Morfina y análisis sin resultado
daban a una camilla con barrotes
el aspecto de un ford mustang con asiento reclinado.
Santo chute pasajero, el goteo, el suero,
quejidos seniles en mi box, lamentos interminables
filtrándose gota a gota por el tubo inyectado.
Y el doctor me dice:
"El dolor ha de manifestarse,
hasta que lo reconozcas, hasta que te señale,
hasta que te mire a los ojos sin que la morfina
lo distraiga y lo calme..."
Y entonces quise matar a todo el hospital,
quise levantarme y paulatinamente cargarme
a todo el personal. Mientras mi bajo abdominal rugía
y mis riñones estallaban.
Me retorcí en mi camilla, grité, insulté,
hasta que ya no pude más
y por falta de pruebas he sido liberado.
Todo parece ser mental, parto psicológico
o estrés enclaustrado.
Desde que reconocí el dolor, análisis, ecografías,
radiografías, tactos.
Para mí, habitante de esta diatriba llamada mundo,
en que el dolor clama por el origen del dolor.
Di las gracias al doctor, le estreché la mano
y le pedí disculpas después de reconocer
que tanto dolor, y tantas dosis de morfina
como nos llevan suministrando...
Nos impiden dar prioridad a la verdad.
Es mejor sufrirla ahora,
con lo que precisa por nuestra parte,
aunque suponga un mal trago.